HERENCIA EDUCATIVA. sección 1
¿la labor educativa que desempeño corresponde al modo pedagógico de proceder ignaciano?
por Diana María Alejandra Vinay Hernández
Junio, 2007
Presentación
Las siguientes son algunas claves extraídas (copiadas) de documentos de la Compañía de Jesús que pretenden acercar al docente al origen y fundamento de “lo ignaciano”, valiosísima herencia que hemos de resguardar en los Centros Educativos para darnos la oportunidad de reconocer desde dónde surge su exigencia e indagar reflexivamente, dentro y fuera de nosotros, qué tanto cuánto ¿la labor educativa que desempeñamos corresponde al modo pedagógico de proceder ignaciano?. Recordemos que nada hay más hermoso que dirigirse por sí mismos a los textos originales: “Porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente” [EE 2].
Fundamentos
La Ratio Studiorum (Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Jesu) fue promulgada el 8 de enero de 1599. Son tres las fuentes fundamentales inspiradoras:
- los Ejercicios Espirituales que concentran la vivencia espiritual profunda de San Ignacio,
- las Constituciones, en especial la Parte IV que explicita lo que es la educación para jóvenes; y,
- la tradición pedagógica de la Compañía.
Tres escritos pedagógicos sirvieron de base en su redacción final:
- las “Constituciones del Colegio de Messina” escritas por el P. Nadal,
- las reglas del Colegio de Gandía encabezadas por el P. Araoz, y
- las “Reglas y Avisos para las Escuelas de Italia”, recopiladas entre 1555 y 1556.
La Ratio de Nadal contiene algunos de los más importantes elementos, entre los que destacan:
- el que se refiere a la conservación de los tres niveles de formación:
o el religioso;
o el caracteriologico; y,
o el de estudios
- prevee la organización de las clases en grados:
o ínfima;
o media; y,
o suprema
- un método consistente en:
1. prelección (en términos ignacianos), es la intervención inicial del maestro, quien muestra el camino a seguir y orienta los pasos posteriores;
2. repetición por parte de cada estudiante, es la oportunidad para que interiorice lo escuchado en la prelección; y,
3. disputa entre grupos, considerandolo un “refuerzo” a lo aprendido mediante el intercambio y la discusión entre estudiantes con la presencia del maestro.
4. además, considerando que aún es importante lo que hoy conocemos como una “síntesis integradora”, originalmente se reservaba el día sábado para una repetición de lo visto a lo largo de toda la semana.
En la Ratio de Ledesma se puntualizan dos de sus muchas indicaciones;
- Por un lado la consideración de que la enseñanza debe atender a las diferencias individuales: “NO TODAS LAS COSAS CONVIENEN A TODOS, NI A TODOS POR IGUAL”, el maestro ha de conocer a sus estudiantes y luego graduar la materia de acuerdo con los intereses y las capacidades de cada uno de ellos (ver más abajo el apartado “además de lo imprescindible…”).
- Por otro lado ha de considerar qué es lo que debe saber y sabe un estudiante antes de enfrentarse a un nuevo aprendizaje, hoy lo llamaríamos pre requisitos y diagnóstico u organizadores previos.
Discernimiento y reflexión permanentes
La llamada “Suma Sapientia” (1570), recogió y unificó las “Ratios” que se encontraban en distintas partes de Europa, el P. Acquaviva durante años la sometió a revisión (hasta 1599), cuidando de mantener presente en todo el documento la perspectiva Ignaciana, se trata de la sentencia tantas veces repetida por Ignacio de adecuarse según “lugares, tiempos y personas”, buscando mantener la unidad y la fidelidad con la misión.
La Ratio Studiorum (1773) no podía ser un sistema educativo único para todos los países donde los jesuitas tenían escuelas. Su objetivo fundamental seguía siendo la formación integral, el enseñar a pensar y el educar a los alumnos para participar constructivamente en la sociedad. Sin embargo, la aceleración de los cambios sociales, las nuevas necesidades educativas y la presencia progresiva de numerosos colaboradores laicos, exigían difundir los planteamientos en el sistema educativo de la Compañía.
La Compañía de Jesús, a través de un largo proceso de renovación, emprendido después del Concilio Vaticano II y de varias Congregaciones Generales, se propuso afrontar decisivamente la situación, afirmando repetidamente su fidelidad a la herencia ignaciana; «hemos recibido una herencia rigurosa que en sus líneas maestras conserva su vigor en la actualidad» (Carácter Propio).
El P. Arrupe (1980) señala que un Centro Educativo de la Compañía «debe ser fácilmente identificable como tal. Se asemejará en muchos casos a otros centros no confesionales, o confesionales e incluso de religiosos. Pero, si es verdaderamente de la Compañía, es decir, si en él actuamos movidos por las líneas de fuerza propias de nuestro carisma, acentuando nuestros propios rasgos esenciales y nuestras opciones, la educación que reciban nuestros alumnos estará dotada de cierta “ignacianidad”, si me permitís el término. No se trata de actitudes esnobistas o arrogantes, ni es complejo de superioridad. Es la consecuencia lógica del hecho de que nosotros vivimos y actuamos en virtud de ese carisma y de que en nuestros centros hemos de prestar el servicio que Dios y la Iglesia quieren que prestemos “nosotros”», y lanzó un desafío positivo:
A.merecen la pena,
B.son obras propias y significativas de la Compañía, pero a condición de:
o expresar una identidad clara y fiel,
o mantener una actualización ignaciana de nuestro modo de proceder,
o promover una participación de la comunidad educativa que contemple la corresponsabilidad de los laicos, e
o impulsar una clara opción social, “formación de hombres y mujeres para los demás”.
En las últimas décadas del s. XX, al acercarse el IV Centenario de la Ratio, la Compañía elabora dos documentos de rango universal: Características de la educación de la Compañía de Jesús (1986) y Pedagogía Ignaciana, un planteamiento práctico (1993). Destacan por formular:
- ¿Cómo ha sido en líneas generales este itinerario renovador?,
- ¿tiene la Compañía una identidad educativa específica, un modelo educativo propio ante los métodos pedagógicos modernos y los proyectos educativos dictados por las leyes de los Estados?
El documento de Características es inspirador, realiza una magnífica conexión entre espiritualidad ignaciana y el modo de proceder en educación, sus énfasis recaen en seguir considerando:
A. La imagen de Dios, contemplar su presencia en todo.
B. La libertad humana, explorar la realidad con el corazón y la mente abiertos.
C. Cristo modelo de persona.
D. La acción. Dimensión social (educar desde la perspectiva de los pobres),
E. En la Iglesia. La educación de la Compañía es un instrumento apostólico.
F. El «magis».
G. La comunidad. Atender lo crucial.
H. El discernimiento.
Características recoge viva y actualizada la herencia ignaciana: la atención personal, la planificación minuciosa, la adaptación flexible, el enseñar a pensar, el cuidado del profesorado, el objetivo de una formación integral de la persona, abierta a la dimensión espiritual de la misma. Esta herencia educativa permite afirmar que Ignacio de Loyola y sus seguidores no sólo pensaban en la cultura de un hombre idealmente educado, sino en formar al hombre completo, para participar o influir en el ambiente de su época.
El P. Peter-Hans Kolvenbach (1986), expresa el mismo propósito con palabras muy semejantes: «Nuestro ideal es la persona armónicamente formada, que es intelectualmente competente, abierta al crecimiento, persona religiosa, movida por el amor y comprometida a realizar la justicia en un servicio generoso al Pueblo de Dios».
La educación en la Compañía
— Afirma la realidad del mundo.
— Ayuda a la formación total de cada persona dentro de la comunidad humana.
— Ofrece una dimensión religiosa que impregna la educación entera.
— Es un instrumento apostólico.
— Promueve el diálogo entre la fe y la cultura.
— Insiste en la atención e interés por cada una de las personas.
— Da gran importancia a la actividad por parte del alumno.
— Estimula la apertura al crecimiento, a lo largo de toda la vida.